Durante el embarazo, se dan varias transformaciones en el cuerpo de la mujer. Transformaciones muy rápidas, físicas y hormonales, que cuanto más equilibradas estén, el proceso del embarazo y del parto será mucho más llevadero para la madre y para el feto.
El aumento de peso lleva a alterar la postura, lo que puede provocar dolores en la espalda, de cabeza o incluso ciática, además de otras molestias. Por otra parte, mientras el feto crece, se va produciendo una separación progresiva en la madre de las articulaciones sacro-iliacas. Cuanto mejor sea la postura de la madre, mejor colocación tendrá el feto.
El feto crece a una velocidad 7 veces mayor que un niño. Para afrontar esto, el cuerpo de la madre produce más relaxina, una hormona que ayuda a que los huesos y articulaciones sean más flexibles.
La quiropráctica ayuda a equilibrar estos cambios físicos y hormonales, eliminando las subluxaciones, de forma que la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo es correcta y fluida. De este modo, todo el proceso de embarazo se optimiza, liberándose de las molestias, beneficiándose de esto ambos. De forma natural y sin medicinas.
Estudios demuestran que el 13% de embarazos son podálicos (los pies vienen primero). Está demostrado que la quiropráctica soluciona un 82% de estos casos, con lo que la tasa se reduciría a un 4% de embarazos podálicos.
Las mujeres embarazadas que han recibido ajustes vertebrales antes y durante el embarazo afirman que la quiropráctica le ha ayudado a acortar el tiempo del parto y a hacerlo menos doloroso y más tranquilo.
Ya le comentaré a un amigo que va a ser futuro papá que lleve a su novia al quiropráctico.
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Un beso desde el Sector III, Irene